lunes, 16 de mayo de 2011

¿TE MOLESTA MI AMOR?


Mis manos tiemblan un poco, mas no estoy enojado; la enojada es otra. Parece que ofendí a mi hermana de la forma más tonta e inevitable: siendo yo mismo. 

Soy grosero. Soy un déspota sin corazón. Digo las cosas con tal carencia de tacto que el aludido se ofende a muerte, y muerte de cruz. Es la conclusión a la que llego luego del vía crucis que significó disculparme sin saber a ciencia cierta de qué me disculpaba. Pero cuando una mujer es la ofendida, más te vale rasgarte las vestiduras y cubrirte de ceniza o tendrás una enemiga eterna. Créeme, diez hombres malos no igualan a una mujer furiosa.

A la achacada le importará un rábano la nube de testigos, o que todos los presentes den fe que hablaste como un manso cordero. Ante su furia apocalíptica el único paso a dar es la humillación estilo Job, y mientras más público haya, mejor.

Entonces, poniendo cara de borrego tierno, me doy a la difícil tarea de pedir perdón por mis machistas, misóginos y horrendos pecados. Me disculpa. De dientes para afuera, pero algo es mejor que nada. 

Si tu hermano tiene algo contra ti (aunque tú no tengas nada contra él), ni la ofrenda me des (no intentes sobornarme) hasta haber arreglado cuentas con tu hermano (no seas caretuco y discúlpate).

(Paréntesis añadidos por Cristiano Imperfecto, famoso teólogo guayaco.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario